Cuando Gemma me propuso irnos una semana a La Alpujarra en moto, por inercia pensé en una de esas casas rurales casi perfectas que ella sabe encontrar buceando por internet. Pero no, esta vez se refería a viajar como hacíamos hace años y que por algún motivo habíamos ido olvidando con el tiempo. Sin planes, sin horarios ni mucho menos reservas de ningún tipo. Durmiendo cada noche en un lugar distinto y dejándonos llevar por el mismo viaje. La idea no podía sonar mejor!
La elección de La Alpujarra estaba motivada en parte por un par de libros que habíamos leído hace poco de extranjeros contando sus vidas desde que decidieron quedarse a vivir por aquellas tierras. Así que nos acercamos para ver en directo El Valero con sus ríos, el puente, la presa y la pista imposible que asciende por la montaña de atrás del cortijo… y el enigmático pueblo de “El Hoyo”, con Gerónimo y Marcia apareciendo por sorpresa e interesándose por nuestro viaje.
Ha sido una semana muy variada, con bastante frío los primeros días y sofocante calor al final. Llena de bares, cañas, tapas y personajes de lo más curioso con muchas ganas de contarnos cosas. Empezamos por la Sierra de Segura, subimos a Sierra Nevada, la rodeamos por La Alpujarra y salimos al mar por el Cabo de Gata antes de volver a casa.
Sana envidia...
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