Un viaje es una isla, una anomalía que rompe la rutina del dia a dia. Y como aquellas, los hay de todos los tamaños, desde grandes viajes capaces de crear rutina dentro de ellos mismos hasta pequeños islotes que dan para poco mas de un almuerzo. Y esta vez no había tiempo para irnos a Australia, sino mas bien para hacer una escapada mas larga de lo habitual.
En realidad no tocaba moto. Por menos de lo que cuesta llenar un depósito teníamos billete de ida y vuelta a lejanos y tal vez exóticos lugares... pero supongo que ya empezamos a estar mayores para cambiar nuestras costumbres y acabamos como siempre, tirando de moto, ferry y mapa.
La elegida fue Córcega, abarcable en una semana y muy prometedora para disfrutar de la moto. Mar y playa todo junto, puertos, playas, acantilados, etc, a pocos km de picos de mas de 2000m con sus cumbres aún nevadas a finales de Abril. Rápidamente descubrimos que no éramos los únicos moteros que habíamos pensado en esta isla para pasar unos dias, encontrándonos habitualmente con grupos incluso por los rincones mas escondidos.
Llegamos en ferry de Toulon a Ajaccio a media tarde y, sin perder mas tiempo del necesario para hacernos con un buen mapa de la isla, tiramos hacia el norte bordeando la costa hasta Piana.
Paramos a comer en Galeria. Tenemos mucha suerte con la lluvia, pues para cada vez que nos ponemos en marcha, y vuelve a caer con fuerza cuando entramos en algún bar. De Galeria a Calvi vamos por la carretera de la costa. En realidad no la encontramos tan espectacular como nos habían dicho pero de todas formas vale la pena soportar los baches de la mitad sur del trayecto.
Paramos en la ermita de Nôtre Dame de la Serra , desde donde hay una bonita vista de Calvi y su bahía. Aunque las carreteras de la isla tienen fama de malas, para encontrar algo así hay que buscar mucho.
Una vez instalados en el Hotel nos damos una vuelta por la ciudadela de Calvi, con impresionantes murallas por fuera, aunque bastante descuidada por dentro.
A partir de aquí ya nos desviamos hacia el interior. Pasamos por la Balagne, donde nos sorprende ver pieles de jabalí colgando de las vallas de los campos.
En Ponte Leccia tomamos la carretera que sube hasta las pistas de esquí de Haut-Asco a los pies del Monte Cinto, el mas alto de la isla con sus 2706m.
Llegamos a la Castagniccia, donde los castaños que dan nombre a la región aún siguen sin hojas, dándole al paisaje un aspecto otoñal. Como en el resto de la isla, abundan los panteones familiares bordeando la carretera en las afueras de los pueblos. Por aquí comenzamos también a ver ya los típicos gorrinos corsos sueltos por la carretera.
Aunque teníamos pensado dormir en Piedicroce o Cervione, no nos acaban de convencer y acabamos apareciendo en la otra costa. Esta estrecha planicie costera de Aleria es la única zona no montañosa de la isla.
Tras hacer noche en Aleria subimos de nuevo hacia las montañas atravesando el bonito desfiladero del Inzecca. Mas tarde pasamos el Col de Verde para llegar a Zicavo entre torrentes de agua que salen de todos lados.
A partir de Zicavo empieza la subida al Col de la Vaccia. Los primeros 10km están en obras, con alguna zona embarrada para regocijo de unos mas que otros.
El asfalto mejora mucho entre Aullène y Sartene. Empiezan a verse pintadas de ánimo a Loeb ya que por lo visto estas carreteras se utilizan para la prueba corsa del WRC. De repente empiezan a salirnos de cara unos Renault azules nuevecitos separados aproximadamente por un minuto y a buen ritmo. Cuando llevamos ya mas de diez llegamos a la conclusión de que la marca francesa ha debido elegir Córcega para hacer la presentación de algún modelo nuevo a la prensa. Desde luego la carretera es una gozada… lástima tener que ir pendiente de no tragarte ningún cochecito azul. No hacemos ninguna foto en este tramo. Llegamos a Sartène, donde cenamos en un restaurante decorado con una curiosa mezcla de motivos taurinos y nacionalistas.
Vamos a repetir noche en Sartène, así que la ruta será circular. A mí fue la parte que mas me gustó de la isla por los pueblos, las carreteras y los paisajes, aunque de nuevo hacemos pocas fotos. La subida hasta Zonza muy bonita y divertida, como se nota que no llevamos maletas!. Llegamos al turístico col de Bavella, lleno de motos, y media vuelta hacia Alta Rocca de nuevo, esquivando otra vez cochecitos azules. Rodeamos Porto Vecchio, comemos en Bonifacio y vuelta a Sartène.
Esto se acaba, tenemos el ferry para después de comer. Hay varias opciones para llegar a Ajaccio y nos decidimos por la del medio, ni costa ni nacional. Buena elección, de nuevo una carretera divertida y sin tráfico (ni coches azules esta vez!). Como sucede en toda la isla, está todo muy verde y primaveral. De nuevo letreros de ánimo a Loeb. En cada curva se aprecia claramente la trazada al límite utilizada por los coches del mundial de rallyes, dejando huellas de neumático en las frenadas. Paramos a almorzar en una maison d’hôtes donde una simpática señora con bigote nos comenta orgullosa las carreras y el recorrido en un mapa colgado de la pared. Poco después, en el Col de Bellevalle las marcas negras toman un desvio y nos dejan ya solos hasta Ajaccio.
De nuevo Ajaccio. Comemos en una terraza y otra vez al ferry, rodeados de motos.
Escribo esta crónica pocos dias después de volver de Córcega, con el baúl aún oliendo a queso y el recuerdo de los paisajes de la isla dando vueltas en la cabeza. Como decía al principio, esta vez el tiempo no nos daba para más, pero así nos ha brindado la ocasión perfecta para conocer esta maravillosa isla motera en medio del Mediterráneo.
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